domingo, 2 de junio de 2013

El ion cloruro se encuentra con frecuencia en las aguas naturales y residuales, en concentraciones que varían desde unos pocos ppm hasta varios gramos por litro. Este ion ingresa al agua en forma natural mediante el lavado que las aguas lluvias realizan sobre el suelo; sin embargo, como quiera que la superficie de contacto entre el agua y los materiales del suelo es relativamente baja en las aguas superficiales, la concentración de cloruros en estos cuerpos de agua tiende a ser también, relativamente baja, salvo que estas hayan sido afectadas por eventos antrópicos.

No obstante, en las aguas subterráneas, en donde la superficie de contacto entre el agua y los materiales del subsuelo es mucho mayor, la concentración de ion cloruro suele estar directamente relacionada con la litología predominante y/o con el tiempo de permanencia del agua en el acuífero.

Por otra parte, es bien sabido que las excretas humanas y en general las de todos los organismos superiores (la orina principalmente) poseen una concentración de cloruros que es aproximadamente igual a la que cabría esperar a partir del análisis de la dieta ingerida. Si se supone que una persona consume en promedio 2,5 gramos de ión cloruro, por día (g/persona/día) y que ésta persona ingiere a la vez aproximadamente 5 litros de agua al día, entonces la concentración de cloruros en la orina o el sudor, vendría a ser del orden de los 500 mg/l.






Ya que el ion cloruro es una sustancia altamente soluble y estable, y puesto que, con muy pocas excepciones, todos los seres humanos lo ingieren, con frecuencia se utiliza este ion como indicador de contaminación antrópica en los estudios de evaluación ambiental. Por extensión, las aguas residuales domésticas y en general, cualquier vertimiento que las contenga, posee una huella característica que le identifica y que posibilita su rastreo mediante mediciones de ion cloruro.

De acuerdo con la reglamentación vigente, la concentración máxima permisible para aguas de consumo humano es de 250 mg/l. No obstante, este límite debe tomarse con precaución ya que existen muchas regiones del país (Guajira, Córdoba, Sucre y San Andrés, entre otras) en donde la única fuente hídrica disponible puede poseer concentraciones de ion cloruro que superan ampliamente dicho límite. Por otra parte, muchos de los preparados alimenticios cotidianos, poseen concentraciones de ión cloruro que superan con creses los 250 mg/l.

En relación con el sabor salado producido por el ion cloruro presente en el agua, se sabe que éste varia y que depende de los demás componentes presentes en el agua. Así, por ejemplo, muestras con 250 mg/l de Cl, pueden tener un sabor salado fácilmente detectable al gusto, cuando el cloruro se halla asociado al ion sodio. Sin embargo, ese sabor típico puede estar ausente en aguas que contienen hasta 1000 mg/l de ion cloruro, cuando éste se halla asociado preferentemente a iones calcio o magnesio.

Ya que muchas de las actividades humanas generan residuos con altas concentraciones de ion cloruro plantas de soda cáustica, campos de explotación y producción de petróleo, plantas desalinizadoras, industrias de curtiembres, fábricas de baterías, rellenos sanitarios, fosas sépticas y la agricultura y/o la ganadería intensiva, entre otras una de las principales razones por las cuales se incluye este ion en los estudios de calidad de aguas, es justamente porque dicho ion se comporta como un trazador o indicador ideal de afectación antrópica.

Un contenido de cloruro elevado en el agua, interfiere en el desarrollo y crecimiento vegetal y, en este sentido, su medición es importante cuando el propósito del agua es la evaluación de su aplicabilidad para el riego de cultivos. Así mismo, las concentraciones elevadas de cloruro corroen las tuberías de conducción y demás estructuras metálicas en las aguas que se utilizan para fines industriales. A nivel industrial, el ión cloruro es considerado como un veneno para los aceros.

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